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La necesidad de contar surge en el hombre desde que se inicia la acumulación de riqueza, originada en el esclavismo, las guerras, el despojo de otros seres humanos y la explotación de la fuerza humana de trabajo. Esta necesidad de contar la riqueza por parte de los poderosos hace surgir la contabilidad, la cual fue anterior a la escritura, pero que se perfecciona al inventarse esta. Los primeros contables eran los más ilustrados de cada grupo humano, pues debían poseer tres cualidades muy valiosas en esos primeros tiempos: saber leer, escribir y contar.
A medida que el hombre avanza en su ascenso cultural, asimismo avanza en el proceso de contar las riquezas, todos los imperios antiguos: sumerios, egipcios, griegos, romanos tenían una manera primitiva de contabilidad dada la importancia que estos le daban al proceso de conocer la riqueza de sus conquistas y el valor de los tributos que debían imponer.
Es en el renacimiento cuando la contabilidad experimenta una revolución: se inventa y populariza la partida doble, método mediante el cual se agiliza y facilita la labor de registro de las operaciones mercantiles. Esta partida doble se vuelve de general aceptación gracias a la invención de la imprenta pues esta permite su difusión y lo convierte en el paradigma que subsiste hasta la fecha y que es muy difícil de cambiar pero que se hace necesario reemplazar por uno que se atempere a las necesidades de información de las empresas actuales y la tecnología imperante.
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